Durante un examen en las aulas de la Universidad.
La imaginación tiene alas.
Santa Teresa de Jesús, refiriéndose a la imaginación, la llama la "loca de la casa", siempre trabajando, siempre dispuesta a colaborar aunque sea con traviesos engaños.
Mientras el alumnado responde a las preguntas de un examen escrito, una "mira" y, esa mirada pone en marcha la imaginación, el pensamiento se desata y circula libremente. La "loca de la casa" inicia su trabajo.
Cada vez que preparo un examen quisiera no hacerlo difícil, que todo el alumnado pueda contestar sin dificultad. Cuando llegado el momento de la "verdad" entrego la hoja con las preguntas para que sean contestadas, deseo que la devolución sea de diez o como mínimo de ocho. Si no fuera así es una quien tendría que evaluarse y reflexionar donde ha fallado. El alumnado debe salir de clase con la lección aprendida, con las ideas claras sobre el tema que la profesora explica, con lo fundamental que una considera imprescindible y, lo más importante: despertar la curiosidad, el interés académico, abrir el deseo del conocimiento para querer saber más, descubrir algo nuevo. Más tarde, al llegar a casa, en las horas de estudio personal, se deberá ampliar los contenidos recibidos, investigar sobre lo que se ha dicho y, otras formas de abordar el tema explicado en clase, aportar su punto de genialidad. La profesora muestra el camino para ir a las estrellas, un viaje que transita y experimenta con frecuencia. El alumno llega y toca las estrellas, al tocarlas queda transformado. Las dos partes son necesarias; la de la profesora y la del alumno para llegar a buen puerto en el examen final.
Hoy ha tocado un artículo para reflexionar al leerlo. Cuando doy un articulo para su lectura, reflexión y que el alumnado exprese su opinión, suelo poner unas preguntas a modo de guía, la experiencia así me hace prepararlo, de otra forma, se ponen a escribir y se van por los "cerros de Úbeda", terminan hablando de temas variopintos. En otras ocasiones no aciertan a empezar, lo del centro es un bosque de enredaderas y el final, el final ni se sabe, perdidos. La capacidad de síntesis, de extraer lo fundamental y sacar conclusiones dignas de leer, suele costar bastante al alumnado de diferentes puntos de la geografía ibérica, parece ser un mal común. Las preguntas de guía: centran, son como abrir una ventan por donde mirar, puntos cardinales, la llave maestra para entrar en el texto. Después, todo viene rodado, la comprensión y análisis así como las conclusiones, me parece que se les hacen más fáciles.
Escribo esto durante un examen. Mirando los rostros de aplicados alumnos, hombres y mujeres, adivino que se lo saben todo. Los veo escribir con agilidad; no es difícil, han estudiado, está todo claro... Y después suspiro, una también se examina. Cada examen de ellos y ellas, también el mío.
La imaginación tiene alas.
Santa Teresa de Jesús, refiriéndose a la imaginación, la llama la "loca de la casa", siempre trabajando, siempre dispuesta a colaborar aunque sea con traviesos engaños.
Mientras el alumnado responde a las preguntas de un examen escrito, una "mira" y, esa mirada pone en marcha la imaginación, el pensamiento se desata y circula libremente. La "loca de la casa" inicia su trabajo.
Cada vez que preparo un examen quisiera no hacerlo difícil, que todo el alumnado pueda contestar sin dificultad. Cuando llegado el momento de la "verdad" entrego la hoja con las preguntas para que sean contestadas, deseo que la devolución sea de diez o como mínimo de ocho. Si no fuera así es una quien tendría que evaluarse y reflexionar donde ha fallado. El alumnado debe salir de clase con la lección aprendida, con las ideas claras sobre el tema que la profesora explica, con lo fundamental que una considera imprescindible y, lo más importante: despertar la curiosidad, el interés académico, abrir el deseo del conocimiento para querer saber más, descubrir algo nuevo. Más tarde, al llegar a casa, en las horas de estudio personal, se deberá ampliar los contenidos recibidos, investigar sobre lo que se ha dicho y, otras formas de abordar el tema explicado en clase, aportar su punto de genialidad. La profesora muestra el camino para ir a las estrellas, un viaje que transita y experimenta con frecuencia. El alumno llega y toca las estrellas, al tocarlas queda transformado. Las dos partes son necesarias; la de la profesora y la del alumno para llegar a buen puerto en el examen final.
Hoy ha tocado un artículo para reflexionar al leerlo. Cuando doy un articulo para su lectura, reflexión y que el alumnado exprese su opinión, suelo poner unas preguntas a modo de guía, la experiencia así me hace prepararlo, de otra forma, se ponen a escribir y se van por los "cerros de Úbeda", terminan hablando de temas variopintos. En otras ocasiones no aciertan a empezar, lo del centro es un bosque de enredaderas y el final, el final ni se sabe, perdidos. La capacidad de síntesis, de extraer lo fundamental y sacar conclusiones dignas de leer, suele costar bastante al alumnado de diferentes puntos de la geografía ibérica, parece ser un mal común. Las preguntas de guía: centran, son como abrir una ventan por donde mirar, puntos cardinales, la llave maestra para entrar en el texto. Después, todo viene rodado, la comprensión y análisis así como las conclusiones, me parece que se les hacen más fáciles.
Escribo esto durante un examen. Mirando los rostros de aplicados alumnos, hombres y mujeres, adivino que se lo saben todo. Los veo escribir con agilidad; no es difícil, han estudiado, está todo claro... Y después suspiro, una también se examina. Cada examen de ellos y ellas, también el mío.
"El Profesorado se examina cada día al término de la lección"