Pentecostés. Jean Restout, 1732
Louvre (París)
En Pentecostés los cristianos celebramos el envío del Espíritu Santo. La pequeña Comunidad de Jerusalén, aquellos primeros seguidores del Maestro de Nazaret, fueron conscientes de la grandeza de Espíritu que los llenaba. Un fuego abrasador, fuerza y pasión, los lanzó a una aventura extraordinaria que dura más de dos mil años. Como sus antepasados, Abrán y Sara, también dejaron sus lugares de origen y formas tradicionales de pensar para avanzar y ser Universales. Aquel día todos los discípulos, hombres y mujeres recibieron el Espíritu de Amor, fuerza para cambiar la realidad por otra mejor, más avanzada, más justa, que traiga felicidad al Ser Humano. En medio de ellos, como la que prende la llama, una mujer: MARÍA DE NAZARET la gran enamorada que cree firmemente en el mensaje del Reino. Ella reune, auna e impulsa a todo el grupo. María de Nazaret, la Madre de Jesús, centro de la Comunidad de seguidores del Maestro en Jerusalén. María de Nazaret centro de la primera Iglesia. María de Nazaret Fundadora de una Iglesia que sigue el mensaje de Jesús, que quiere instaurar el Reino de los Cielos. Una Comunidad que quiere hacer presente, aquí y ahora, las promesas del Reino. El Amor, la Paz, la Compasión, la Justicia, la Misericordia, el Consuelo... de un Dios-Amor. Felicidad para hombres y mujeres, Salvación.