lunes, 7 de abril de 2008

Reflexiones sobre el Sacerdocio Cristiano


Un Sacerdocio Nuevo:
según el Maestro de Galilea, según Melquisedec.
"Dios susurra un nuevo sacerdocio"

"yo soy el Pan de Vida" - Jesús de Nazaret -
“Todo lo que una persona puede imaginar
otras podrán hacerlo realidad” - Julio Verne -

“ Lo que te prohíben eso eres tú” - Alejandro Jodorowsky -


En la Catedral de San Bavón, en la bellísima Ciudad de Gante, se encuentra el famoso “Políptico de Gante” o la “Adoración del Cordero Místico, rico cofre pictórico que hace honor a dicha Ciudad. Los hermanos Van Eyck, Humberto y Juan; pintaron en la tabla central, al lado de Jesús-Dios, a San Juan Bautista como símbolo del último profeta del Antiguo Testamento y a María de Nazaret como la persona que nos introduce en el Nuevo Testamento. Introducirnos en el Nuevo Testamento es llevarnos a un Mundo Nuevo, a una Nueva Vida. Es la Mujer la encargada de esta tarea. En el Sacerdocio Nuevo también será la Mujer la encargada de introducirnos, de llevarnos firmemente asidos de su mano para no perdernos. Un Sacerdocio que nos remite al Maestro de Nazaret y el grupo que le seguía. Un Sacerdocio donde Jesús es ungido por una mujer y, puesta ella como ejemplo por el mismo Maestro, delante de varones recelosos en medio de un banquete. A veces nos empeñamos en conservar y promocionar estructuras que no tienen nada que ver con el Evangelio, no son cristianas.
La Virgen María en el cuadro de los Hermanos Van Eyck, la “Adoración del Cordero Místico”

Cuatro reflexiones previas:

1.- Hay muchas formas de Sacerdocio
Entre los cristianos hay muchas maneras de entender el sacerdocio. La mayoría de ellas heredadas y contaminadas del sacerdocio pagano, muy lejos del Sacerdocio de Cristo.

2.- Si somos cristianos, si nos llamamos seguidores de Jesús…
Sería bueno que nos fijáramos en el Sacerdocio de Cristo. Ese sacerdocio es el que debemos desear y hacia el que debemos avanzar como una necesidad apremiante.

3.- Revisar nuestro pensamiento, tanto hombres como mujeres.
Las mujeres que dicen “no al sacerdocio de la mujer” ¿Es pensamiento de ellas o es repetición y eco de lo que les dicen los sacerdotes? A base de tanto decirnos no, no, no… terminamos por creer que ése es nuestro deseo. Unas no se sentirán llamadas a ejercer este ministerio, otras por el contrario sentirán la llamada de Dios al sacerdocio que insiste con fuerza en su corazón.

4.- El desprecio por la riqueza de la mujer en determinadas funciones eclesiales ha empobrecido espiritual y socialmente a la Iglesia.
También en otras dimensiones.
La Cultura Patriarcal es desechada y puesta en tela de juicio por Jesús de Nazaret.

Tanto el sacerdocio masculino como el femenino si queremos que sea al estilo de Cristo debemos avanzar en el pensamiento y acercarnos a la “Carta a los Hebreos” quizá así aprenderemos cual es el sacerdocio auténtico para cristianos y cristianas. En ese sacerdocio, el de Cristo, el auténtico para los cristianos, estamos hombres y mujeres incluidos. “Ya no somos nosotras, es Cristo quien vive en nosotras”. Cada una de nosotras representamos a Cristo. Cristo es nuestra esperanza.



Reverenda Ulla Momberg. Mujer sacerdote de la Iglesia Anglicana y miembro activo de una asociación en pro de las mujeres para acceder al sacerdocio.
En algunas iglesias cristianas como en Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, las mujeres desempeñan las funciones sacerdotales e incluso episcopales, al contrario que en la católica.

El sacerdocio natural, el que Dios da por vocación, no por ley humana es el sacerdocio de mayor categoría y hacia el nos encaminamos.

“Jesús, al que se refiere todo esto, pertenecía a una tribu de la que nadie sirvió jamás al altar”
(Hebreos 7, 13)

Jesús de Nazaret nunca fue sacerdote judío según la Ley, no pertenecía a la tribu de Leví ni a la de Aarón por tanto “no podía ser sacerdote según la Ley”.

Igual que Él hace dos mil años, hoy las mujeres tampoco pueden ser sacerdotes “según la Ley” en pleno siglo XXI. Nada ha cambiado en este tema. Tampoco los que seguían al Maestro más de cerca formando su círculo íntimo, los Apóstoles, eran sacerdotes. Es más Jesús mantuvo un enfrentamiento continuo con los sacerdotes de su tiempo y el templo. Al final de su vida son los sacerdotes quienes piden para él la condena a muerte. En la actualidad sigue siendo un sacerdocio de hombres y nada se tiene en cuenta lo que Dios-Amor susurra a cada persona. A pesar de todo, algunas mujeres sienten la vocación de ejercer este ministerio porque Dios así se lo hace saber.

El sacerdocio de Jesús se lo otorga el mismo Dios por llamada personal: Consagrado a bendecir la humanidad, a ensalzar la Creación, a salvar la humanidad. Así en la mujer llamada al sacerdocio, es una llamada personal para bendecir toda la Creación para salvarla dándole a conocer el Dios-Amor, inmensamente enamorado de cada Ser Humano, admirado de la belleza de todo lo creado. Es una llamada a extender la fraternidad entre los seres humanos pues Cristo fue el primero en hacerse y hacernos hermanos. Es trabajar por construir un mundo mejor, una tierra y un cielo nuevo. No basta con decir que también ella es sacerdote como Jesús, lo sabemos y nos sentimos orgullosas de un sacerdocio como el del Maestro. Además hay que reconocerlo y respetarla cuando desean ejercerlo. Son muchos siglos escondiendo ese sacerdocio que el AMOR nos regala que hoy somos incapaces de distinguirlo. Mucho menos que otros lo reconozcan.

Arruinar la vocación de una persona entra en el ámbito del pecado pues es oponerse y desbaratar los planes de Dios. La ternura de Dios nos arropa con la vocación que nos da a cada uno. Desbaratarla es despojarnos de su ternura, es desnudarnos de la misericordia de Dios. La soberbia, producto de la ignorancia, del no conocer el Amor de Dios, es un impedimento para comprender y avanzar en el Sacerdocio de Cristo. En la “Carta a los Hebreos” leemos:

“… Os habéis vuelto torpes de oídos. Pues los que después de tanto tiempo debíais ser maestros, necesitáis que alguien de nuevo os enseñe los primeros rudimentos de los oráculos divinos, y os habéis vuelto tales, que tenéis necesidad de leche en vez de manjares sólidos. Pues todo el que se alimenta de leche no es capaz de entender la doctrina de la justicia…”
(Hebreos 5, 11-13)

Los sacerdotes ordenados según la Ley (en otro tiempo la de Moisés, hoy la de Roma) también están llamados a este sacerdocio mucho más elevado y permanente pues lo que otorgan los hombres perece, lo que otorga Dios permanece, viene del AMOR. El sacerdocio según la Ley muere dice el Nuevo Testamento, el que Dios otorga vivirá por siempre. Unos y otros (hombres y mujeres) sería necesario que evolucionáramos en el pensamiento y forma externa del sacerdocio actual.

Los sacerdotes de hoy, según la Ley, nos dice la “Carta a los Hebreos” que son pecadores y débiles pero el sacerdocio de Cristo que es santo alcanza y santifica a todos. Se puede pensar que estos sacerdotes según la Ley de los que habla la carta son exclusivamente los judíos pero no, la Carta a los Hebreos contiene palabras proféticas, su continuación está en el actual sacerdocio ordenado, heredado y contaminado del sacerdocio: judío, griego, romano…, pagano. Todavía voy a iglesias donde el Sagrario está cubierto por un velo en recuerdo del “Santo de los Santos”, el tabernáculo del templo de Jerusalén. En otras el Sagrario está separado por un tabique con cristal, me recuerda un nicho funerario y a un dios de muertos en lugar de vivos. En otras los escalones y barandillas simbolizan la separación entre lo profano y lo sagrado… Todo ello propio del templo judío y de un sacerdocio que perpetúa sus costumbres sin tener presente el gran avance de lo CRISTIANO, mucho más humano y justo, por tanto más en acorde con Dios-Amor.

El sacerdocio actual es un sacerdocio caduco, poco recuerda al sacerdocio de Jesús por más pretextos que inventemos o textos que apliquemos.

En el Sacerdocio de Cristo, el altar de Cristo es una Mesa para compartir y celebrar toda la Comunidad, hombre y mujer. El altar de Cristo es una cruz donde tantos hombres y mujeres son torturados y mueren, una cama hospitalaria donde sufren día a día, una iglesia doméstica, un lugar dónde un hombre o una mujer eleven una plegaria. El altar de Cristo es la gloria de la humanidad caminando hacia la plenitud de la vida. Banquete festivo, sufrimiento compartido y en lucha por paliarlo o abolirlo y gozo pleno en el abrazo amoroso del Amor de entre los Amores, más grande que ninguno.

Aún así no pensemos que no existen sacerdotes según Cristo, según Melquisedec, ¡claro que sí! pero la forma, “según la Ley”, y la discriminación que origina esta forma hace que ese sacerdocio se aleje de Cristo y por tanto del sacerdocio de Dios. Se aleja del sacerdocio de la Nueva Alianza, ya lo dice la “Carta a los Hebreos”:

“Con esto se cancela la disposición anterior, que resultó insuficiente e ineficaz: pues la Ley no trajo nada definitivo. Y al mismo tiempo se nos abre una esperanza mucho mejor: la de tener acceso a Dios”.
(Hebreos 7, 17-19)

“Jesús fue designado para un culto superior, en cuanto es mediador de una Alianza mejor y que promete mejores beneficios”
(Hebreos 8,6)

“Volver a Nacer” le dijo Jesús a un doctor en la Ley, Nicodemo. Aplicado al sacerdocio; volver a construir un nuevo sacerdocio donde Hombre y Mujer bendigan lo creado, juntos, como en un principio. Así Dios lo quiere pues a los dos pone en su corazón la semilla de avanzar la Humanidad caminando “en Dios-Amor”.

San Pablo en su Carta a los Corintios (13, 5-9) nos dice:

“Examinaos para ver si permanecéis en la fe. Poneos a prueba vosotros mismos ¿No reconocéis que Cristo Jesús está en vosotros?
Pido a Dios que no hagáis mal alguno, no para quedar bien yo, sino con vosotros, para que hagáis el bien aún si con esto quedo yo en mal lugar. Pues no tenemos poder alguno contra la verdad, sino a favor de ella…"

La verdad es que Cristo Jesús vive en nosotras y por medio de su gracia lo dejamos ver. La verdad nos hace libres para proclamar lo que somos y sentimos, para proclamar el Reino de Dios. Pablo dice que Dios le da autoridad para “construir” no para destruir. Destruir la vocación que Dios pone en nuestro corazón no es autoridad que venga de Dios y sí del poder mundano, soberbio y excluyente. Somos débiles pero vivimos con Cristo de la fuerza de Dios y la fuerza de Dios actúa mejor dónde hay debilidad.

¿Sois cristianos? Nosotras también
¿Sois hijos de Dios? Nosotras también
¿Sois ministros de Cristo? Nosotras más, y no es soberbia aunque no lo creáis. Somos cristianas y ministros de Cristo como Pablo afirmaba, enfadado y cansado de humillaciones por parte de sus hermanos hebreos que se creían superiores. Pablo es ministro de Cristo, así Dios se lo hace saber. Nosotras somos ministros de Cristo, Dios nos lo hace saber y muchos de los argumentos que utiliza Pablo de Tarso son válidos para traerlos a colación. Podríamos seguir hablando como lo hizo Pablo de todos los sufrimientos que pasó por Cristo. A nosotras en eso nadie nos gana. No creéis lo que decimos porque no reconocéis a Dios en nosotras. Si de veras amarais a Dios lo veríais en nosotras. Venimos de Dios y Dios nos envía.

Jesús de Nazaret en sus encuentros con ciegos, paralíticos, diversidad de enfermos… solía preguntar ¿Qué quieres? A la mujer Siro-Fenicia o Cananea la dice: “Sea como tú quieres”

Los padres cuando sus hijos van siendo mayores también les preguntan: ¿Qué quieres ser en la vida? ¿Qué te gustaría estudiar? ¿Qué trabajo te gustaría desarrollar a lo largo de tu vida?

Si esto es así en la vida cotidiana ¿Cómo lo eludimos en la Comunidad Eclesial?

También en nuestra Iglesia debemos preguntar a la Mujer: ¿Qué quieres? y, Sea como tú quieres. Sólo así respetaremos su dignidad.

Mirando a Cristo encontramos las respuestas a nuestras dudas y dilemas.

Mucha polémica suscita el tema y estamos estancados sin avanzar. Cuando nos aferramos (los varones) a un “servir” centrado en el poder y lo que deriva de el: primeros puestos, prestigio social y eclesial, fama, boato, influencia política, dinero… estamos dando la espalda al Evangelio, no servimos al Evangelio. Las mujeres que miramos este tipo de sacerdocio, tampoco termina de gustarnos. Los demás, la sociedad actual, no le atrae nada y se vuelve en contra. Sacerdotes sí, ¡claro que queremos serlo!, hombres y mujeres. Dios lo pone en nuestro corazón. Si además el Maestro de Galilea constituye, a la mujer, en “Apóstol de Apóstoles” con aquel:

“Ve y dile a mis hermanos…”


Mandato que sigue resonando con mucha más fuerza y necesidad de cumplirlo en la actualidad. No podemos eludir la función de bendecir y acompañar a la Humanidad en su caminar “en Dios-Amor”. Por otro lado la función de preparar la Mesa, amasar el pan, bajar a la bodega, entrar en la despensa, escanciar el vino, repartir el pan para que a nadie falte… estamos muy acostumbradas a realizarlo durante milenios, es algo habitual entre las funciones de la mujer que la sociedad patriarcal le otorgó. En privado y en público, María de Nazaret en aquella boda de Caná lo hizo en un lugar público. Y si hablamos en sentido místico la Mujer sabe mucho de ésos menesteres. La Mesa siempre ha sido asunto de las mujeres. Debemos recuperar una función olvidada, la de APÓSTOLES, como lo fue aquella Samaritana enviada por el mismo Maestro delante de ÉL. Como María de Magdala tan difamada a lo largo de casi dos milenios para esconder y olvidar su auténtica función, la de Apóstol.


Sacerdotes para:



Bendecir la Creación. CUIDARLA. Cantar su belleza.









Sostener la Humanidad. CUIDARLA, especialmente en los momentos más débiles








Saciar de
Pan y Vino. Que llegue a todos, que no falte a nadie.



Un sacerdocio nuevo, como el de Jesús, para un cielo y una tierra nueva, la Humanidad caminando hacia su plenitud con la mirada en el Resucitado. Un Sacerdocio para la Vida Nueva. Volver a ese sacerdocio para la eternidad como aquel de Melquisedec.
(Sal 110, 4)
La riqueza, el amor y creatividad de la mujer puede abrir nuevos caminos más en acorde con el Evangelio. Una esperanza se nos abre.

Así el sacerdocio de la mujer y el de aquellos sacerdotes, “según la Ley”, que quieran avanzar y ser Sacerdotes en Cristo. Hombre-Mujer formamos una unidad plural, diferente y muy enriquecedora que constituye el Ser Humano por excelencia.


Avancemos según Cristo y no seamos retrógrados mirando posturas y acciones antievangélicas y anticiudadanas pues vulneran la dignidad de la persona en sus principios más fundamentales. Y lo más grave se opone a los planes de Dios-Amor.


"Quién mira hacia atrás no sirve para el Reino de los Cielos”

Así se expresaba Jesús. Un hombre avanzado y en ese avance se divinizaba. El Reino de Dios, el de Jesús, necesita de hombres y mujeres osados que rompan moldes y salten murallas. Jesús lo hizo, y como vive en cada una de nosotr@s, nos pide que también lo hagamos.

No tengamos miedo en avanzar pues Dios no pide explicaciones por el pasado, nos cubre de besos y hace fiesta por querer caminar en su amor. Disfrutemos juntos, Hombres y Mujeres, de la ternura de Dios bendiciendo la Creación en todo su conjunto. Seguro que todo será mucho más gozoso.

Cristo es el “UNGIDO” y fue ungido por una mujer en un banquete exclusivo de varones. Jesús coloca a la mujer en el centro de la escena y la hace protagonista ensalzando su ejemplo. Su amor y ternura así lo mereció. Sigamos el ejemplo del Maestro para ser ungidos y poder bendecir a la humanidad dando a conocer a Dios–Amor, y respetando su voluntad sin poner murallas a la vocación de cada persona.


Se necesita “SENSIBILIDAD INTERIOR” para comprender y avanzar. Lo anticuado y viejo está próximo a desaparecer. “Vino nuevo en odres nuevos”.


Comparto el pensamiento y las palabras de Ana María Schlüter Rodés (Maestra de Za-Zen) al preguntarle por el sacerdocio de la mujer: podríamos seguir el ejemplo del Concilio de Jerusalén, cuando se trató de discernir si para ser cristiano todos tenían que pasar por la circuncisión del judaísmo. La conclusión fue que si judíos y gentiles recibían el Espíritu Santo, ¡quiénes eran los hombres para imponer la circuncisión!
Una Religión bien entendida, bien aplicada y bien actualizada eleva a la persona, la dignifica y es valiosa para los demás. Una religión mal entendida, mal aplicada y nada actualizada crea enfermos , es patológica y daña a la sociedad.
Rita Levi-Montalcini, Premio Nobel de Medicina 2005 dice:
"La religión margina a la mujer frente al hombre,
la aparta del desarrollo cognitivo"

Dicho de una forma más ruda, la hace tonta y enferma.
Durante siglos las mujeres y muchos varones luchan por cambiar el enfoque de religiones donde sólo los varones ejercen la función de dirigir con todo el dolor que causa en la mujer.
A las mujeres les diría lo que dice Fernando Urbina: "Insertar nuestro esfuerzo a la acción divina que en el silencio empuja la historia"