En clase de Religión, preparando la fiesta de la Santísima Trinidad y después de haberse celebrado, al preguntar al alumnado por el significado de la Santísima Trinidad: si conocían la fiesta, qué podían hablarme sobre ella... No supieron decirme casi nada. La mayoría ni habían oído las palabras, otros de "una fiesta de la Iglesia" no pasaron. La pregunta iba dirigida al alumnado de Primero de Bachillerato, algunos de entre ellos habían recibido el Sacramento de la Confirmación. Sólo me encontré con dos alumnas que pudieron decirme: el Padre, el Hijo, el Espíritu Santo, nada más, incapaces de expresar otras palabras y mucho menos lo que podrían sugerirles. Con un poco de ayuda expresaron la palabra Dios. No crean ustedes que los entendidos te dicen algo más. En la Eucaristía correspondiente, en la Homilía, el sacerdote no pasó de decir que es un Misterio y no debemos esforzarnos por comprenderlo, sólo creerlo. Se nos sigue tratando como a personas incapaces de escuchar, de querer saber o de amar pues en este caso es lo que corresponde. Una se pregunta ¿Cómo creerlo si no sé, si no conozco nada? ¿Cómo amarlo si se me oculta? A los cristianos se nos ha acostumbrado durante tantos siglos a decirnos que es un Misterio, que no podemos entenderlo y lo típico y socorrido de San Agustín. Creo que desde San Agustín ha llovido mucho, por otro lado, los teólogos y otros entendidos no escatiman palabras, libros y más libros para explicar algo que sólo se puede hacer desde el amor.
Cuando utilizamos la palabra Misterio estamos cerrando el entendimiento, poniendo murallas para comprender. La palabra Misterio tiene muchas formas de abordarlo: Amor, Asombro, Admiración, Perplejidad, Belleza, Grandiosidad, Universalidad, Esplendor... Es desde estas palabras como podemos abordar la Santísima Trinidad. Esplendor y Belleza de la Creación, de la Humanidad y todo lo que la rodea. Unidad del Ser Humano y su entorno. Armonía de la Creación. La gran familia de Dios -Amor en la gran casa del Universo.