sábado, 26 de enero de 2008

Relación de Jesús de Nazaret con el grupo que le seguía



La relación que establece Jesús de Nazaret con el grupo de hombres y mujeres que le acompañan en sus despalazamiento como “Maestro Itinerante”


En el tiempo de Jesús de Nazaret un Maestro Itinerante no viajaba solo, lo hacía acompañado de unos discípulos que seguían su enseñanza y estilo de vida. La vida del Discípulo y el Maestro estaba muy unida.

La novedad y lo que llamaba la atención en este Maestro y su grupo es la incorporación de las mujeres, algo insólito por lo infrecuente y llamativo. Nos dice el Evangelio que:

"Las mujeres le seguían desde el principio"
"Las mujeres estaban con él desde que empezó en Galilea"

Antes de la llegada de los varones, lo hicieron las mujeres.
Cuando ellos se incorporan al grupo, ellas, ya llevaban algún tiempo con el Maestro.

¿Qué tenía este Maestro que atraía tanto a las mujeres?
Su manera de tratarlas, el considerarlas personas, su ternura, su cercanía, su incorporación al mundo de lo público... Todo en él hacia ellas contribuía a sanarlas; sanarlas de una enfermedad social que las estigmatizaba dejándolas sin voz, sin cuerpo, anulando toda su persona. Enfermedad paralizante provocada por los varones de aquella sociedad. Las mujeres empezaron con Jesús "Anunciando el Reino"; contribuyendo, además, con sus bienes.

¿Cómo se relacionaba Jesús con el grupo?

1.- Personas a su servicio

En un principio Jesús, como cualquier Maestro Itinerante necesita personas a su servicio para extender su obra: El Reino de Dios, el Reino del Amor.
Cuando busca un puñado de hombres, tiene que ir a encontrarlos en el lugar de trabajo como si un Patrón o Empresario fuera. Medio los chantajea para intentar convencerles. Les oferta algo mucho mejor y más rentable.

“Os haré pescadores de hombres”

Aquellos varones interesados y con ganas de prosperar, ante la fama que ya precedía al Maestro de Nazaret, ante la nueva perspectiva laboral que ofrece, aceptan. Aquellos jóvenes, fogosos e impetuosos, con ganas de tragarse el mundo y hartos de lo que hacían, no lo piensan y deciden cambiar de trabajo para irse con él. En un principio son personas a su servicio.

2.- Discípulos
Estas personas que van incorporándose al grupo, Jesús sabe que necesitan formación para hablar del “Reino de Dios” y poco a poco pasan a ser Discípulos. De personas que comienzan a trabajar con él se van transformando en Discípulos que van aprendiendo, escuchando y practicando, viviendo al modo de su Maestro.

“Los llevaba aparte y los instruía”
Hombres y mujeres en amena conversación y estrecha colaboración con el Maestro de Nazaret.

3.- Compañeros-Maestros
Cuando el Maestro considera que están lo suficientemente preparados para anunciar el “Reino de Dios” y comenzar a ejercer la función de Maestr@s, avanza en la relación y los considera Compañeros.

“Envía setenta y dos para hacer lo que él hacía. Refuerza su autoestima"
"Confía en ellos y los lanza a la tarea de "Anunciar el Amor de Dios"
"Hombres y Mujeres en Misión como su Maestro"

4.- Amigos
Hacia el final del Evangelio y en una comida de despedida el Maestro declara que ya no los considera meros sirvientes, ni ayudantes, ni tampoco compañeros. Se declara “Amigo”. Les ha contado todos los secretos de su vida, todos los conocimientos sobre Dios-Amor por tanto están a la misma altura que él. El valor de la amistad, noble valor en la cultura griega de la que Jesús está al corriente.

“Ya no os llamo sirvientes, os llamo “Amigos” pues os lo he contado todo”

5.- Hermanos
No se queda muy conforme Jesús con esto de “Amigos” por muy noble y valioso que sea. La amistad nos puede parecer el valor máximo que se puede asentar en un grupo donde los lazos biológicos son diferentes. Jesús avanza más en la relación. En la cruz crea una nueva familia al margen de lo biológico. Aquel grupo de amigos pasa a ser un grupo de Herman@s . Les da a María de Nazaret, su madre, el privilegio de ser madre de todo el grupo, constituyéndolos entre ellos “Hermanos” y al mismo tiempo se hace él mismo “Hermano” de todos. Los lazos del Amor, los que Dios tiende son más fuertes que los biológicos. Aquel pequeño grupo de herman@s con una madre común, María de Nazaret, pasa a ser símbolo profético de la humanidad en sus relaciones de Hermandad. Jesús se hace hermano de tod@s.

6.- Apóstoles y "Apóstol- Maestra de sus Hermanos"
No puede haber comida de fiesta sin los postres. Jesús también reserva el postre para después de su triunfante permanencia continua por medio de la Resurrección. Aquellos herman@s testigos de su vida y obra son los encargados de continuarla. Estos hombres y mujeres pasan a ser Apóstoles. Siempre, en los grupos, nos encontramos que hay alguien que tiene cualidades para desarrollar determinadas funciones y el Maestro no lo olvida. En aquella extraña e íntima conversación con María de Magdala; la hermana de la que había expulsado demonios y restaurado la salud, incorporándola a la Comunidad por medio del grupo, recibe como una segunda vocación, una segunda llamada (recordemos que la llama por su nombre) y Le encarga una Misión especial y personal:

“Ve y dile a mis hermanos...”

El Maestro la nombra “Maestra de sus Hermanos”. Con mucha razón las primeras Comunidades Cristianas le dieron a esta ilustre mujer el título de “Apóstol entre los Apóstoles”. Título olvidado y disfrazado de insultos y acciones, muy lejos de la función que ella ejerció en la primera Comunidad Cristiana y las próximas que la siguieron.
Personas a su servicio, Discípulos, Compañeros, Amigos, Hermanos, Apóstoles, Maestra de Apóstoles. Todo un camino de aprendizaje cristiano, de aprender a amar.

Conclusión
Si miramos detenidamente la relación entre Jesús de Nazaret y el grupo que lo acompañaba, y la estructura jerárquica de nuestra Iglesia veremos que no tiene nada que ver la una con la otra. Los títulos que todavía permanecen en la Iglesia son títulos de este mundo: Santidad, Eminencia, Príncipe, Monseñor, Reverendo, Padre... Pertenecen a reinos mundanos, muy lejos del Reino de Dios-Amor. Y no es que el Reino de Dios no sea humano, no, pero es algo en construcción, algo que esta "por venir", "haciéndose". Ese "por venir" lo tenemos que ir construyendo día a día. Es lo que llamamos progreso, avance, en todos los campos. Construir un mundo mejor. Muy pronto la Iglesia tomó costumbres y privilegios propios de religiones e iglesias paganas. Es decir que de evangélica conserva muy poco esta estructura. Ya en el siglo XII, la ilustre y erudita Abadesa, Hildegarda de Bingen, decía: "El fracaso de la Iglesia es un fracaso de varones". Hoy en el siglo XXI, podríamos decir que el fracaso de la Iglesia es un fracaso de Sacerdotes pues sobre ellos recae todo el peso de gobierno. Aún así cada cristiano tiene su parte de responsabilidad en la proclamación del Amor de Dios.
Caminemos mirando a Cristo, a María de Nazaret y el grupo de hombres y mujeres, sus herman@s, sus hij@s si queremos avanzar en nuestro camino cristiano. Si queremos que el "Reino de Dios" se haga presente. De no ser así peligra la Iglesia. Si se aparta de su fundamento, del modelo de Jesús y María con toda su sencillez y cercanía, puede desaparecer o ser algo totalmente diferente que las personas no reconocerán.

domingo, 20 de enero de 2008

EL TEMPLO (un lugar acogedor)




"Está escrito: Mi casa será casa de Oración, pero vosotros la convertís en una cueva de bandidos"
(Mt. 21, 13)

Un ligero vistazo a nuestras iglesias

En una entrevista para TVE a un afamado arquitecto que había construido varias iglesias, se declaró como no creyente. Para él la fe y la creencia en Dios, en el Amor, eran tonterías. En ese momento entendí el porqué de tantos templos cristianos que en la actualidad eran concebidos como naves industriales, como garajes inhóspitos y sin vida. Faltaba el corazón amoroso para construir un recinto que sería "Casa de Oración", lugar que nos prepara para encontrarnos con la belleza del Dios-Amor.
El Papa Juan XXIII comparaba la Parroquia con la fuente del pueblo donde ir a beber agua para saciar la sed y reponer fuerzas. Hermoso ejemplo el de Juan XXIII con ecos de aquel pozo de Sicar donde el Maestro de Nazaret y una influyente mujer de Samaria conversan animadamente sobre el auténtico templo.
La Parroquia y el Templo aunque diferentes, para un cristiano ambos elementos se dan unidos. Ir a la Parroquia es ir al Templo y el Templo es el edificio sagrado donde se acoge y asienta la Parroquia. En este texto nos centraremos en el templo como recinto sagrado pero no por ello dejará de influenciar en la Parroquia.
La tarea de acarrear agua fue propia de la mujer durante milenios. Primero el pozo y posteriormente la fuente, estaba concurrida por bellas jóvenes y hermosas mujeres. Por otras, algo mayores, pero sabias en experiencia. Los varones, sin llegar a acercarse a la fuente, sólo lo hacían los más atrevidos y su paso era fugaz, merodeaban para ver aquellos ramilletes de mujeres llenas de risas y voces cantarinas que gustaban de comentar amores secretos y novedades de forasteros.
Fuente, mujeres, agua... traen a mi mente algo de nuestros templos parroquiales, en la actualidad bastante mermados.
Siguen siendo las mujeres quienes acuden en mayoría a la "Casa de Oración", la iglesia, el templo. Hoy son de avanzada edad y, en minoría, algunas "maduras". Las jóvenes ¿Dónde están? Sus risas, sus figuras cimbreantes, su belleza... ¿Dónde sus secretos amorosos? Del templo como antaño en la fuente, han desaparecido. Los varones acudían a verlas y merodeaban por los alrededores, esperaban a la puerta del templo para verlas salir de Misa, para oír el firme taconeo por la cuesta de la iglesia, para ver el movimiento de sus caderas y admirar sus piernas al cruzar la plaza en dirección al templo. Alguno más osado entraba con ellas.
Los varones hace tiempo que se marcharon y si alguno vemos es porque suele tener un "carguillo" a las órdenes del sacerdote. Cuando el "carguillo" se esfuma ellos desaparecen por arte de magia. Ni siquiera necesitan acudir al templo para ver a la mujer porque ella tampoco está.
Poco a poco las mujeres han ido desapareciendo del templo. No digamos las intelectuales o con estudios universitarios, ni rastro de ellas. Curiosamente, al desaparecer ellas, el templo termina por tener un aspecto de: abandono, frialdad, garaje, nave industrial, oscuridad, desastre en ornamentación y decoración, poco acogedor, incómodo... Es como si al irse la mujer se fuera la luz, las flores, el calor y la alegría de "Casa" "Hogar". En una palabra, la belleza. Hay templos donde entro y al observar el primor de la Mesa Fraterna, el gusto en combinar los colores, la iluminación, noto que detrás de ello hay mujeres. Por el contrario cuando ésto desaparece es síntoma de que también las mujeres se fueron. Son detalles pequeños a los que estábamos acostumbrados y casi no reparábamos en ellos, sólo los echamos en falta cuando no los encontramos. La modas en ornamentación, en iluminación... van cambiando y el gusto se va transformando pero no desaparece. Cuando brilla por su ausencia, nos preguntamos qué pasa. Hace algunos años alfombras y tapices, el calor de las velas y el incienso ardiendo, abrigaban del frío. Hoy es necesario una buena climatización en invierno y verano.
Habría muchas cosas que cambiar en las Parroquias para que los jóvenes, hombres y mujeres se implicaran, para que las mujeres dejaran de marcharse. Desde los orígenes del cristianismo ellas fueron piedra angular en la expansión del mensaje de aquel Maestro de Galilea, de aquella mujer, María de Nazaret. Se sintieron Apóstoles. El Maestro así las había constituido con el mandato de "ve y dile a mis hermanos". Desde el principio estuvieron con Él. Fueron testigos de todo lo acontecido. Las "Iglesias Domésticas" crearon redes estratégicas de mujeres para extender la Buena Nueva y continuar el Reino de los Cielos. Si queremos "Volver a Galilea" necesitamos la fuerza y compañía de las mujeres, su empuje amoroso.
Quizás debamos empezar por algo sencillo, agradable y cercano: acondicionar el templo para que vuelva a ser "Casa de Oración", lugar donde al entrar transmita paz, calor, armonía, elegancia. Es decir belleza porque la belleza nos acerca a Dios-Amor.
Demos responsabilidades a quien proceda para acondicionar el Templo de manera adecuada y pueda permanecer abierto. Lo demás irá viniendo lentamente si avanzamos con el corazón puesto en aquello que hacemos y el cerebro en su sitio. El Espíritu de Dios, Santo, nos irá alumbrando para que la Creatividad surja. Cuando surja acojámosla como regalo de la Madre Dadora de Vida.