Hoy quiero hablaros de una mujer extraordinaria cuya experiencia quedó impresa por la palabra escrita en el Antiguo Testamento. Se trata de la Profeta Julda más conocida por el nombre de Jeremías. Su ocultamiento y el poco conocimiento que la gran mayoría de Cristianos tenemos de la Biblia incluidos religiosas, religiosos y sacerdotes hacen que sea una mujer desconocida y extraña.
Julda nace hacia el año 650 a. de. C. en una aldea situada a unos cinco kilómetros al norte de Jerusalén, Anatot. Su padre era el Sacerdote Jelcías perteneciente a la familia de los benjaminitas. Es la única Profeta cuya presencia quedó registrada durante el período monárquico de Israel. La tradición Deuteronomista proviene de la interpretación de esta mujer. Un grupo de “Ancianos” del pueblo busca en ella sabios consejos. Sus escritos se los debemos a su Secretario Baruc que transmitió la enseñanza vivida por esta mujer excepcional. Cuando Baruc entrega su escrito a los Doctores de la Ley de Judá, lo engañan y éstos cambian el nombre de la Profeta por el de un varón, de la tribu de Benjamín como lo era ella.
Julda tiene parecidos teológicos y literarios con el Profeta Oseas por desarrollar ambos su Misión Profética en la tierra de Benjamín, al norte de Jerusalén.
Dicen que la Profeta Julda (Jeremías) fue en la antigüedad la que más se asemejó a Jesús de Nazaret en sus sufrimientos y en ser incomprendida y perseguida.
Cuando todas sus profecías se hubieron cumplido se dieron cuenta de que sí había hablado en nombre de Dios. Lástima que lo reconocieran cuando ya era demasiado tarde. No es de extrañar pues a su condición de Profeta se le une la de Mujer, doblemente marginada.
Llamada de Dios a Julda
Corría el año 627. Julda tenía alrededor de 23 años. Ella misma nos cuenta como fue llamada por Dios. Lo hace al principio de sus escritos.
El Señor me habló así:
“Antes de formarte en el vientre te conocí”. (Conocer implica amar)
“Antes que salieses del seno materno te consagré”. (Consagrar implica la elección de Julda para la Misión Profética por parte de Dios).
Son expresiones muy utilizadas por la mujer: vientre, seno materno, útero… Relacionadas con un Dios como fuente de vida.
Sigue diciéndole Dios:
“ Te constituí profeta de los paganos”
“El Señor alargó su mano y tocó mi boca”. (Es el gesto externo para indicar la vocación interna. Gesto que indica la investidura profética).
“Mira, yo pongo mis palabras en tu boca, hoy te establezco sobre pueblos y reyes…"
Julda, como cualquiera de nosotras, “DESPIERTA”, toma conciencia, se da cuenta de la vocación que siente y hacia la que su Interioridad la llama de forma insistente, viene desde hace tiempo. A Julda lleva Dios preparándola para la Misión Profética aún sin ella saberlo. Dios la va preparando para anunciar la restauración del Nuevo Israel y la Nueva Alianza. Ella anuncia ya la obra del Mesías.
Julda es una joven muy unida a su Dios. No se asusta, ni le extraña la voz de Dios que más bien era conocida y familiar. Julda está acostumbrada a tratar con Dios a diario. Entre los dos existe una relación íntima. Ella es algo tímida y prudente en un principio pero firme y segura.
Julda responde a Dios:
“Ay, mira que no sé hablar, (no soy elocuente) que sólo soy una muchacha”
El Señor contestó:
- No digas que eres una muchacha, que a donde yo te envíe irás; lo que yo te mande, lo dirás. No les tengas miedo, que yo estoy contigo para librarte. - Oráculo del Señor -
Julda experimentaba ya, a pesar de su juventud lo que era ser mujer, la marginación y carga que conllevaba. De ahí le hace ver a Dios que ella es una muchacha. Ser mujer, un condicionamiento para la sociedad en que vive Julda. Pero Dios reacciona con fuerza: ¡No digas que eres una muchacha! ¡No les tengas miedo, yo estoy contigo!
La Fuerza de del Amor de Dios impulsa, eleva y reafirma la autoestima. Para Dios no hay problema ¿Qué importa ser mujer si yo te envío?
Julda se deja seducir y ante la insistencia de quien sabe la ama intensamente, se abandona.
En sus “Confesiones”, en un momento de arrebato íntimo dice:
“Me sedujiste, Señor, y me dejé seducir; me forzaste, me violaste. Yo era el hazmerreir todo el día, todos se burlaban de mí”.
Julda crea e inicia un nuevo Estilo Literario: “Las Confesiones” tan utilizado posteriormente por otros cristianos de renombre.
En otro momento de cansancio y hartura por las vejaciones y humillaciones sufridas, por no ser escuchada su voz confiesa:
“No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero lo sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos”.
“Mis amigos acechan mi traspié: A ver si se deja seducir, la violamos y nos vengaremos de él.
Pero el Señor está conmigo como fiero soldado”.
“¡Ay de mí, madre mía, que me engendraste!...
Sigue Julda diciendo. EL Señor me ha dicho:
"Oigo un grito como de parturienta, sollozos como en el primer parto”
Sólo la experiencia de una mujer Profeta como Julda puede hablar en estos términos.
En momentos de desesperación y cansancio pero llena de fe y seguridad grita Julda a su Amado:
“Sáname, Señor, y quedaré sana; Sálvame y quedaré salvada; para ti mi alabanza. No me hagas temblar, tú eres mi refugio en la desgracia.
Todo el anuncio profético de Julda está ambientado en la vida y costumbres de su aldea natal, Anatot. Las fiestas llenas de música de tambores y cítaras, los bailes, las bodas, los huertos y su cultivo, los almendros cuajados de flores, árbol al que se le aplicaba el calificativo de “vigilante” por su temprana floración. Las aves en sus desplazamientos migratorios, las relaciones de vecindad entre los campesinos, la camella en celo, el trigo, el aceite, el vino, el tiempo de las conservas, el paisaje del desierto de Judá, las montañas que rodean esta tierra… Julda contemplaba la belleza y maravillas de la Creación salida de un Dios que ella conocía como: “Justo y liberador, como fiero soldado a su lado para defenderla”
Julda, rebosa y se recrea en el Amor de Dios: “Tu Palabra era mi gozo y mi alegría íntima”
Julda utiliza lo que ve y usa en el día a día: la loza de la vajilla, el cinturón de lino, el barro del alfarero, las puertas del templo…
El Señor me dijo:
“Ponte a la puerta del templo y proclama allí mi palabra”
“Ve, cómprate un cinturón de lino y póntelo a la cintura”
“Vete a comprar una jarra de loza…”
“Baja al taller del alfarero. Allí te comunicaré mi palabra”
Como está el barro en manos del alfarero, así estáis vosotros en mis manos”
(El Señor es el alfarero)
Dios le habla desde su experiencia cotidiana igual que a nosotras, cada una según lo que vive en el tiempo y lugar. Su relación con el Amor Interior es un diálogo con el Amado, oración personal y genuina. Toda la ambientación profética de Julda no puede ser ni estar más cerca de experiencias por las que pasamos muchas mujeres a lo largo de la historia y en la actualidad.
No se detiene ante nada, osada proclama ante reyes lo que le oye a su Dios:
“Practicad la justicia y el derecho. Librad al oprimido del opresor, no explotéis al emigrante, al huérfano y a la viuda, no derraméis sangre inocente en este lugar”
A los Pastores del Pueblo que la perseguían y no querían oír su voz por despreciarla les dice:
“¡Ay de los Pastores que dispersan y extravían las ovejas de mi rebaño!”
Conocía bien como pensaba el Dios que le “quemaba los huesos”
Como era de esperar Julda murió apedreada.
Es de agradecer a su Secretario Baruc que hiciera de amanuense y dejara los escritos de Julda para la posteridad. Lástima que el engaño que sufrió por los más detractores de la mujer, nos la enmascarara durante tantos siglos.
El Museo de Londres hace una exposición de reminiscencias bíblicas en la que saca a a la luz una tablilla que demuestra la veracidad de un relato expuesto en el libro del Profeta Jeremías.
"Tablillas del libro de la Profeta Julda"
En esta página encontraréis más información sobre la Profeta Julda y sus escritos. Encontraréis referencias de ella en la Biblia en el libro de Jeremías y en el libro Segundo de los Reyes.