"Persona sanas"
"¡Cuánto más valéis vosotros que los pájaros!.... Fijaos cómo crecen los lirios del campo". Jesús de Nazaret
Si habláramos de estar en “plena forma”, de ser "personas sanas" con una autoestima alta que nos lleve por la vida firmes y seguros, tendríamos que hablar de los lirios del campo como lo hizo Jesús de Nazaret ante unas gentes: inseguras, atemorizadas, desalentadas, cansadas, perdidas, marginadas, agobiadas por estructuras sociales-político-religiosas… llenas de estrés, diríamos hoy, con la consecuencia de patologías variadas. Personas enfermas.
Jesús de Nazaret, Maestro de Vida, enseña qué hacer para ser “humanos” para irnos transformando en personas que transparenten su humanidad.
Enseña el camino a seguir según el tiempo, el lugar y aquello que a cada ser humano le toca vivir para ser “feliz”. "Yo soy el camino, la verdad y la vida" decía con frecuencia. Uno mismo, descubriendo su interioridad, las verdades que encierra puede llegar a ser principal sanador de sus enfermedades.
Jesús enseña la belleza que encierra cada persona y como tiene luz propia para alumbrar y no esconderla.
Enseña el Amor que nos habita, que acampa en nuestro interior dándole el nombre de Dios. Una Divinidad que nos ama inmensamente y hay que dejar ver.
El Maestro de Galilea nos habla de los lirios del campo con toda su belleza natural. Crecen espontáneamente, en armonía con el medio que les rodea. Extienden su belleza aún sin saberlo. Recrean su variedad cromática porque sí, sin un objetivo concreto. Sólo la hermosura de la manera más natural y elegante. Embellecen el paisaje con una alfombra de múltiples colores. Los lirios del campo están conectados al Universo, encajan a la perfección en el lugar donde se encuentran.
Jesús habla de ellos como ejemplo para que el ser humano pueda mirarse en ellos y aprender. El ser humano, la persona es todavía más valiosa dice Jesús de Nazaret. La aceptación de sí misma como algo natural, llena de belleza y en el lugar adecuado; el Planeta Tierra, el Universo en perfecta armonía. Se manifestará, a nivel físico, en forma de Salud Corporal. Salud total o integral (mental, emocional, espiritual). El aceptarnos como seres inmensamente bellos y valiosos será Principio de Sanación.
Jesús de Nazaret nos habla de un Dios que según palabras del Teólogo, Jairo del Agua:
"¡Me adhiero al Padre revelado por Jesús en la parábola del hijo pródigo! ¡Creo en el Dios Amor que no necesita para perdonar ni pagadores, ni justificadores, ni expiaciones, ni holocaustos, ni sacrificios!
Mi Dios es fina lluvia templada que se derrama constantemente sobre sus sedientas criaturas. Es el calor que necesita mi piel, la luz que ansían mis ojos, la música que sosiega e inunda mi ser. Es el perfumado horizonte de flores que busca mi corazón. Es la Felicidad plena que creó al hombre para hacerle partícipe de su felicidad. Es pura Gratuidad que no espera respuesta, sólo anhela que su regalo haga feliz al otro. No hay precios que pagar, no hay expiaciones que colmar. "
Así podremos sentirnos como los lirios del campo; cuando miremos y sintamos, cuando de verdad creamos en el Dios de Jesús y no nos dejemos engañar por cantos de sirenas por muy importantes y acreditados que sean. María de Nazaret pudo recitar aquellas palabras transmitidas por la tradición de “las pobres de Yahvé” (El Magnificat) porque había depositado toda su confianza en este Dios maternal que abraza y alienta en las situaciones más difíciles. Un Dios que sana con su palabra.